Tres actores, tres vidas, tres visiones para un mismo rol. La comparación es inevitable, pero la riqueza del personaje es la que da las pautas. Los villanos del cine siempre son los mejores. No hay nada más maravilloso, puesto que los buenos a veces de tan buenos, son insípidos. Los matices que puede adquirir un villano son tantos que permite análisis desde varios enfoques. Además a todos nos gustan, no nos engañemos. Qué sería de Batman sin sus archienemigos? Un simple psicótico que cree ser un hombre-murciélago haciendo estupideces por las calles de Ciudad Gótica. A veces pienso en su inutilidad sin los malos que le hacen la vida insoportable. Imagínense "Las aventuras de Batman" hechas solo para contar la vida de este tipo que es un tanto esquizoide, no? Batman no tiene sustancia si no se agrega en el componente químico al villano. Me pregunto que habrán pensado cada uno de estos tres actores al momento de construir el personaje. Son tres actores de tres épocas diferentes, con formaciones actorales distintas y objetivos distintos. Además las condiciones que pudieron haber sentido a la hora de componer. Los directores a veces son insoportables. Y las épocas!
Empiezo por una simple descripción de los actores y su vida:
César Romero, de doble nacionalidad, cubana y estadounidense, nació en 1907 y falleció en 1994. Al principio de su carrera, debido no solo a su estampa y gran altura (1,90 mt) fue modelo, luego bailarín de salón (pero de los buenos) y luego actor de extensa trayectoria, es un peso pesado en el género. Realizó más de 130 películas, sin contar con apariciones televisivas. Algunos críticos dicen que su mejor film (por esa manía de elegir uno) fue El Capitán Castilla, de 1947, donde interpreta a Hernán Cortés. Cuando le llega el ofrecimiento del rol del Joker en la exitosísima serie Batman, César Romero ya tenía una gran carrera y prestigio ganados, lo que equivale a decir que convocarlo era un lujo para la época. La serie fue un hit. Nadie puede olvidar a este Batman (si me permiten los fans esta afirmación) insulso y tonto! Era una época donde primaba la ingenuidad y la levedad en los temas tratados en las series de entretenimiento, la psicodelia invadió todo, incluso la pantalla chica. Esta moda se ve claramente en la serie, con encuadres de cámara absurdos (rotación de plano a 45º para dar idea de desorden) saturación de colores primarios (colores netos, absolutos, contrastados muchas veces hasta lo absurdo) e inserción de cuadros de diálogo en escenas de lucha (los famosos "bam", "piff" y otros para denotar la rudeza de los golpes)... pero en cuanto a los villanos, la ingenuidad por encima de todo. Son malos pero no tan malísimos! Esta liviandad obviamente nos va a chocar contra la elaboración actoral de los otros dos "jesters". El Joker del César Romero es, en el fondo, naif. Como todo en la época. De los tres que analizaré, es el único que no tuvo desfiguración del rostro. Su marca registrada era una boca roja, muy roja, pintada con dos picos ascendentes para dar la idea de una risa perenne. Por lo demás, puedo decir que al ver nuevamente los episodios donde apareció, la actuación de Romero es impecable. Realmente el tipo era muy bueno. Sin los trucos y efectos especiales con que contamos hoy, este actor elaboró un personaje memorable. Su voz en falsete, su risa fastidiosa y chirriante, su gesto inmortal de frotarse las manos, quedarán por siempre en el recuerdo.
La pauta principal que daba este Joker eran sus bromas pesadas. Continuamente estaba pensando en matar a Batman pero no nos queda de él el sabor amargo de un villano terrible e implacable sino de un loco que pensaba sus asesinatos con el formato de una broma. Inclusive en la película que se hizo a propósito del éxito de la serie, no tenemos al Joker como lo pensamos hoy, puesto que contamos con otros actores para contrastarlo. El mérito de Romero está en su impecable actuación, locución y lenguaje gestual. Sin CGI, sin tecnología aplicada, nos deja el recuerdo del villano simple, llano, embriagado por una obsesión.
Claro, el problema es que en 1989 le tocó el turno a Jack Nicholson. Y Nicholson es Nicholson.
Nacido en 1937, activo en la actualidad, con una carrera impresionante tanto como actor y director, comenzó su carrera fílmica en 1958, cargando con doce nominaciones al Oscar por mejor actor de los cuales se hizo con tres, y decenas de nominaciones al Globo de Oro de los cuales se hizo con siete. Contra Nicholson no se puede. Pero hay que ser objetivo. A veces me da la sensación que este actor dotado de un rostro perfecto para hacer de villano, de maldito, de ese que detestamos, se le vuelve en contra, porque cuando encarna un rol de buenito, no podemos evitar pensar en el Nicholson del Resplandor, o del Hombre Lobo. Y esto me hace pensar que si Nicholson prima por encima de sus personajes algo me está fallando puesto que la labor principal del actor es dejar de ser siempre él mismo para ser otra persona por un rato y que no lo veamos jamás. No estoy desacreditándolo, puesto que lo admiro mucho, pero si pienso en el Joker y digo "Nicholson" estoy perdida. No obstante, la recreación de este personaje fue mundial. De las constantes que analicé en la primera parte de este escrito, Nicholson es el que más puso acento a la desfiguración del rostro, con aplicaciones de látex y complicado maquillaje.
El énfasis estuvo puesto en esto.
Este es un Joker mucho más denso que el de Romero, por supuesto, un psicótico que por momentos da miedo pero no infunde ese terror que te hace estremecer. No usa falsete en su voz, pero recurre a las constantes marcas del personaje: muestra su carta comodín en una corta escena, la risa burlona y fastidiosa, el recurso a la broma asociada al asesinato. Es un Joker aficionado al arte, algo bohemio, vinculado de alguna forma al arte, pero que no muestra la oscuridad total de su vida. Hay énfasis en el absurdo, lo vemos ingresando al Museo Nacional de Ciudad Gótica rompiendo y manchando todos los cuadros de la colección porque él se erige como el nuevo modelo estético a seguir. Contamina los cosméticos para que a la gente se le arruine el rostro como le pasó a él. Desfigura a su amada con ácido en el rostro para que sea igual a él. La desfiguración de su rostro y parte de su cuerpo parece ser lo que más le afecta. Esto lo lleva a la crisis mental cuando se mira en el espejo luego de la cirugía- Es un Joker que tiene mucho de Tim Burton encima, por momentos bizarro, estrafalario, pero al mismo tiempo sombrío y sutil.
Y el problema llega con el otro actor que tuvo que componerlo, con la pesada carga de sus antecesores: Heath Ledger. Este joven, nacido en Australia en 1979, se suicidó en enero de 2008 dejando una gran pérdida para la pantalla grande, pues era un actor muy bueno, y con
prometedora carrera, que comenzó en Hollywood en 1999 y de la que nos dejó catorce films.
Se hace difícil hacer una comparación ante el hecho de que sus antecesores lograron mostrar facetas actorales a lo largo de décadas puesto que cortó su vida muy tempranamente, aunque podemos inferir su prestancia en escena a través de las películas que dejó. No sabemos si realmente tuvo como modelos a César Romero o a Nicholson, pero lo cierto es que fue dirigido por otro director, Christopher Nolan, y con otro concepto.
Este Joker elaborado por Ledger es el más denso, el más dramático, el que puso el acento en la psicología del personaje. A mi criterio, es el más oscuro de todos, el más temible. Por momentos inspira un terror y repugnancia increíbles. Este Joker muestra permanentemente el comodín, inclusive en la presentación hay planos de luces y sombras basados en esta carta, como preanunciando de quién estamos hablando.
En una escena dice con convicción, mostrando un comodín: "This is my card". Queda clarísimo, no necesitó más. Es mucho más violento, brutal, hundido en las tinieblas de una locura maniática que los otros dos. Incluso en un momento llegamos a creer que casi logra matar a Batman. Esto indica su alto índice de peligrosidad. No está tan preocupado por hacer bromitas sencillas como Romero, o con la cuestión del arte y la estética como Nicholson. Está permanentemente sumido en la oscuridad de su mente. En la memorable escena del ataque final a Batman, en un mano a mano, lo desafía solo, hasta le grita: "Beat me!" mientras lo desmorona con una explosión. Su llegada provoca el espanto entre la gente, sabemos que estamos frente a un loco descontrolado. Hay un detalle que observé en su vestimenta: sus zapatos son más grandes de lo normal y puntiagudos, como queriendo emular al escarpín con cascabeles que lleva el joker de los naipes. Interesante
Ledger utilizó el recurso del falsete constante en su voz. Y llega a una variedad tonal mayor que la de sus antecesores. En la desfiguración de su rostro, mucho más cruel que la de Nicholson, que es estilizada dentro de su monstruosidad, creemos ver la marca del murciélago estampada en su boca, como una crucifixión.
Resumiendo: el Joker de Romero termina en la cárcel, el de Nicholson muerto, y el de Ledger en el Asilo Arkham. Tres destinos diferentes para un rol exquisito, del cual estos tres actores lo han elaborado cada uno según su estilo y convicción.
Alexandra
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